viernes, 11 de julio de 2014

De lo privado a lo público

El espacio privado es una instancia que todos necesitamos en nuestro día a día, en mayor o menor medida. En lo particular, lo necesito bastante. Siempre he sido un tipo solitario; ya sea en la casa, en el colegio o en la u, la verdad es que nunca me he rodeado de grupos numerosos. La soledad siempre ha sido mi inseparable compañía. Mi organismo me la pide. Hay personas que no la necesitan tanto. Pero yo sí.

La filosofía oriental del Tao, identifica lo privado y el refugio con la energía Yin, lo femenino. En contraste con lo público, el mostrarse y socializar, es decir, el polo Yang. Si analizamos los roles tradicionales de los géneros, se muestra una tendencia a la diferenciación del uso de espacios entre el hombre y la mujer. No sé si es algo manifestado instintivamente, o impuesto culturalmente. Cabe agregar que desde que el trabajo remunerado existe, ha habido mujeres ejerciendo cargos en espacios públicos. Y desde que la institución del hogar es tal, ha habido hombres a cargo de labores en el espacio privado. Quizás el tema del espacio público/privado está bastante teñido por tradición de nuestra cultura, que sigue reproduciendo estos modelos ya sea a través de la publicidad o el discurso público en general. Sin embargo, es un hecho que entre los géneros femenino y masculino se dan ciertas tendencias diferenciadoras que no podemos desconocer, y eso ha ocurrido en prácticamente todas las culturas.

Otto Rank, con su teoría del Trauma del Nacimiento, propone una visión bastante interesante que resulta muy pertinente al tema de los espacios público y privado. Todos nacemos a través de una mujer, verdad? Hasta donde yo sé, no hay bebés que se conciban sin un período de gestación uterino. Pues bien, al nacer, abandonamos a ésta fémina que es nuestra madre, para salir a un mundo hostil como el exterior. Pasamos desde un medio acuático, amable, confortable, y además, sólo para nosotros, a tener que compartir una atmósfera y una realidad con cientos de personas que no conocemos, entrando en una frenética guerra social en la cual si no te defiendes un mínimo, pierdes. Y donde la defensa son las habilidades sociales, y la derrota es el aislamiento social, inclusive la marginalidad social, que sería el extremo. 

Por lo tanto, sabemos que el papel activo en el espacio público lo tenemos que ejercer todos y todas, casi como obligación. Sin embargo hay situaciones más agradables que otras. Muchos hemos pasado por situaciones incómodas frente a los demás, ya sea que hayas ido a un carrete malo o tener que compartir una situación cualquiera con gente con la que no te llevas, ya sea por diferencia de edad, de ideología u otra barrera que impida establecer un contacto emocional positivo con ese grupo de personas. En lo personal, trato de evitar estas situaciones, pero hay veces en que no se puede, y que más da, hay que enfrentar de la mejor manera que se pueda. Si existiera la teletransportación...

Otro concepto pertinente a esta situación tiene que ver con la zona de confort. Hace unos días, publiqué un video que aborda este interesante tema, en esta entrada: http://psicodeliza.blogspot.com/2014/07/la-orientacion-vocacional.html. Para estos efectos, la zona de confort es como ese útero que nos cobija, esa cama calentita, ese ambiente acogedor. Es tentadora, pero hay que salir de ella si quieres desenvolverte de manera provechosa en la vida. Luego, no hay nada de malo en volver; de hecho, es necesario. Para mí, es intransable.




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